sábado, 25 de octubre de 2008

No Parar

Hoy comienzo mi meditación diaria, observando una foto de periódico de los niños de Haití que Emmanuel y yo tenemos en nuestro cuarto de oración desde hace varios meses. Salió en la prensa bajo el titular “Niños Haitianos engañan el hambre con tierra”. Veo sus miradas, su ropa, sus casas, su pobreza y me cuestiono una vez más mi comodidad, mis “shoppings”, mi vestir, mi comer; en fin; mi andar por este lado del mundo en dónde toca la realización de mi espíritu.

Y brota de mi corazón la interrogante, ¿cómo logro sumergirme en la vida del pobre hasta sentirla mía? La del pobre más pobre. Ese que come galletas de tierra, mientras yo me “harto” cada día o hago las dietas más elaboradas sin lograr saciar el ansia interior. ¿Cómo puedo sentarme tranquilamente en mi cuarto de oración con velas, aire acondicionado, música? ¿Cómo hacer relajación, rezar, llorar y llenarme de la gracia de Dios, mientras ellos sólo me miran y esperan? Vuelven a mi mente los que vi en el río Jimani, en la frontera, desnudos, tristes y la petición que hice allí de poder desnudarme de los absurdos que cargo.

Ciertamente, puedo decir que hoy soy más libre, más “desapegada”. Más abierta a soltar, a aceptar, a donarme en medio de lo que me toque; a amar, a sentir que vivo de convicciones, aunque luche en medio de un sistema que trata de anestesiarme. Tengo tanto por lo que agradecer, desde la inmensidad de la creación, hasta los milagros que cada día presencio a través del mundo. No me canso de celebrar. Veo cómo se va regenerando la humanidad y van apareciendo los próceres y profetas que van mostrando caminos de esperanza. Y agradezco cada día…

Pero mi alma no me deja tranquila. Quiere ser misionera. Estando acá me hala hacia las fronteras, al desierto, al mar, dónde transitan cada día miles de hermanos (as) buscando su dignidad. Me lleva en medio de las guerrillas y guerras. Me lleva allá dónde se explota al hombre y se viola a la mujer en medio de las producciones más grandes de oro. Mi alma vuela, se hace águila y entra en comunión.

Pero no logra encarnarse, no se hace una con total entrega, algo la debilita y la aleja. Algo no me permite vivir en total radicalidad mi entrega. Quiero asumir hoy el grito de las bienaventuranzas, pero no me alcanza la fe, el valor, el coraje.

Entonces acá estoy en medio de mi vida. Una que es apostólica, sí. Una que es profética, sí. Una que no para de trabajar para arrancar el dolor de mis hermanos (as). De día en el Centro, y de noche contra el abuso sexual que es atroz en nuestra tierra. Pero no me basta. Algo me falta, y veo el rostro de los niños haitianos en esta mañana y vuelo hacia ellos. Los toco, los abrazo, los cargo, los escucho y siento su dolor. Siento que cada vez tendrán menos oportunidades. Que cada vez hay más opresión, más injusticias. Y me cuestiono, no lo que pueden hacer los que tienen el poder. Me cuestiono lo que puedo hacer yo desde acá. A qué me toca seguir renunciando, creciendo, sanando, para que mi ser transparente el amor. Para que Dios y la fuerza del universo puedan, a través de mi, seguir llevando esperanza y libertad. Dignidad, diría Sister Isolina; paz y felicidad, a través de mi mirada, el evangelio.

Creo que hay una soledad en mi interior que no encuentra compañía. En medio de la felicidad de ser amada por Dios, de una vida plena al lado de Emmanuel, cerca de tantos seres que son un don, que me inspiran y son maestros. En medio de tantos regalos y tanto crecimiento que la vida me ha dado. Una soledad, que siento sólo puede ser llenada con vida. Con la vida de mis hermanos (as). Con la siembra en mi corazón de la pregunta cada día: “ Cómo puedo ayudar a otros hoy? ¿Cómo puedo crecer al amor? ¿A qué me toca renunciar? Y vuelvo a encontrarme con el salto que me toca dar en estos tiempos. Y me siento atrapada en una red; la red de mis apegos, mis espacios, mis comodidades, mis proyectos, maneras, y por qué no, la red de mis cuentas aunque sean de $5.00. La red del control, del miedo, de la soberbia, del qué dirán .

Y quisiera morir a todo esto para vivir. Lo pido y temo, pues sé que si lo pido llegará. Pero no me queda de otra. Si de convicciones se trata, no me queda de otra. Así que lo pido y lo espero…

Abril 2008

No hay comentarios:

Datos personales

Mi foto
Puerto Rico
Bienvenido (a) este espacio de compartir aquello que me dice el amor luego de veinte años de convivir con el dolor y las luchas de mujeres y hombres en Puerto Rico y más allá de nuestras fronteras. Quienes con sus vidas me han ofrecido profundas lecciones sobre lo que es la vida y las razones para seguir apostando al amor como única respuesta...