miércoles, 2 de diciembre de 2009

Hoy pusimos el árbol de navidad

Hoy pusimos el árbol de navidad en nuestro hogar. En la mañana me levanté con esa inquietud y luego de visitar el templo seguí con la idea. Lo pensamos y analizamos pues por lo general encendemos el árbol cerca de la natividad para primero vivir a la reflexión sobre el sentido de la época y cuidarnos de los esquemas que propone el sistema desde el black Friday en adelante.

Ciertamente en nuestra isla la tradición ha sido que desde septiembre las tiendas nos empiezan a anunciar la navidad, ya para el día del “pavo” hay muchas casas adornadas y otras en proceso. En nuestro vecindario ocurre lo mismo, bueno ocurría. Me he percatado que en nuestra calle sólo dos casas están adornadas a esta fecha donde usualmente ya abundan los santa inflados en todos los frentes de las casas y cientos de bombillitas que han sido fotografiadas desde el espacio. Pese a que se nos ha querido dar la idea de que todo está bien, sabemos que hay muchas cosas que no están bien y hay gran preocupación e incertidumbre en la gente.

Ciertamente algo pasa en mi calle y en las calles de mi pueblo donde no hay el despliegue de luces y embelecos usuales a esta fecha. Donde hay una tristeza expresa y los números de los males sociales siguen aumentando. Lo que está pasando no lo podemos tapar aunque quisiéramos.

Conversando con mi esposo sobre montar el árbol hoy, precisamente luego de decidir no ir de misión a Santo Domingo, dialogábamos sobre el significado que tiene el adviento y sobre todo la navidad para los que creemos en la presencia del amor que se nos comunica con el nacimiento del niño Dios. Revisamos que estos días de preparación para la navidad deben llevarnos a revisar nuestra fe y a limpiar el alma de todo aquello que se nos ha instalado y que nos aleja del mandato del amor. Que sobre todo en un tiempo donde la injusticia y la opresión van lacerando descaradamente la dignidad de nuestros pueblos hay que proclamar todo aquello que nos acerque a la realización humana. Y hay que hacerlo con alegría, desde la certeza de que el bien y la verdad reinarán.

Y concluimos que más que nunca los signos deben abundar para que la humanidad sepa que los que creemos seguiremos celebrando la navidad con toda la esperanza y alegría de nuestros corazones. Que cuando las luces dejan de encenderse nos toca a nosotros encender la llama que no se debe apagar. Los que creemos tenemos que ser luz cuando parece que las tinieblas amenazan el brillo de este tiempo. Y nos toca preparar con alegría el corazón para renovar la opción de que el amor sea nuestra respuesta. Nos toca estar llenos de júbilo pues a medida que se develan las mentiras que nos han atrapado en la era del consumo y el individualismo, hay nuevas oportunidades para que renazca la fraternidad, el espíritu solidario y la opción por abrir el corazón al otro (a).

Hemos acordado que cada noche de adviento en nuestra casa habrá luces y reflexión. Habrá alegría, comunión con cada hermano puertorriqueño, dominicano, haitiano, mexicano, cubano que llevamos en el corazón y por toda la humanidad. De modo especial por todos los hijos de Dios que necesitan conocer que la esperanza se renovará en la casa del amigo. Toca preparar nuestro interior para que sea casa donde llegue quien necesite de nosotros, y a través de nosotros encuentre la fuente del amor que es el mismo Dios, sobre todo en este tiempo de cambios y transformaciones para la humanidad.

Nos hemos invitado mi esposo y yo a hacer agenda de vida durante las semanas de preparación para la navidad. A encontrarnos con quienes creen y esperan confiados, con los que apuestan al amor. Reunirnos a celebrar con aquellos que trabajan por la justicia y la paz. A sacar espacios de meditación propia y de revisión de paradigmas en comunión con el Creador hijo, padre-madre y espíritu. A adentrarnos en las montañas de nuestra isla que no me canso de decir que es mujer y por eso nos sigue cuidando. A vestirnos de júbilo cada mañana, regalar sonrisas y sueños a los que nos rodean mientras esperamos.

En fin no sé si mis amigos curas me regañarán por andar de rojo cuando ellos andan de morado, pero sé que los que conocen mi corazón me darán permiso, pues sabemos que este adviento es este adviento. Que mientras el pueblo se apaga ante los tiempos de carencia y no logra emprender nuevo viaje hacia la verdadera riqueza, a nosotros sus sacerdotes nos toca proclamar, celebrar y encender el panorama de esperanza.

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Puerto Rico
Bienvenido (a) este espacio de compartir aquello que me dice el amor luego de veinte años de convivir con el dolor y las luchas de mujeres y hombres en Puerto Rico y más allá de nuestras fronteras. Quienes con sus vidas me han ofrecido profundas lecciones sobre lo que es la vida y las razones para seguir apostando al amor como única respuesta...