domingo, 18 de octubre de 2009

El paro de los (las) trabajadores (as)

El pasado jueves marchamos junto a la clase trabajadora de Puerto Rico, estudiantes, padres y madres de familia puertorriqueños en defensa de un derecho constitucional y moral: el derecho al trabajo. Luego de reflexionar la forma en que marcharía este día pues cada día marcho, decidí caminar con el pueblo ante la situación social, económica y moral por la que atraviesa nuestro país y las consecuencias de esta acción que se está implantando por el gobierno.

Iniciamos el día en una reflexión con la comunidad de trabajo y allí me preguntaba el porque de tanta pasividad de criterios y consciencia en nuestro pueblo. Pasividad que durante años por no decir siglos nos ha llevado a un estado vegetativo donde dormitamos mientras las muchas cosas “injustas” pasan en medio de nosotros. Me decía nuestro asesor espiritual, “la gente tiene mucho miedo y eso los paraliza”. No tuve más que decir del tema, pues esa sencilla verdad me explica tantas cosas no solo ante esta situación de la pérdida de empleos sino sobre muchas otras que vienen pasando hace mucho tiempo y ante las cuales dormitamos.

Mientras caminaba entre miles de personas, pensaba en una frase de Paulo Freire que un amigo me regaló en estos días “Nadie libera a nadie, ni nadie se libera solo. Los seres humanos nos liberamos en comunión”. Y dicha frase retumbaba en mi mente al unísono con la frase “lucha sí, entrega no” que se gritaba en la marcha. En un momento un hombre me detuvo para preguntarme que grupo representaba, luego de contestarle, me quedé pensando en el porqué de su pregunta. Cuando observé a otras personas mirando mi camiseta y sonriéndome mientras caminábamos, me percaté que el lema que llevaba al pecho no estaba pasando desapercibido “ yo sigo apostando al amor como única respuesta” del jesuita Roberto López. Y quisiera pensar que en esas miradas y sonrisas, y en medio de esta crisis, vamos a renacer a una liberación desde la comunión y donde el amor sea la respuesta.

De momento vino a la mente la pregunta cómo seguiríamos funcionando si mañana mismo se revistiesen los 17 mil despidos y todo “volviese a la normalidad”.

Y pensaba en cómo la comunión parece aparecer por magia en las protestas y de momento desparece como si nada. Cómo volvemos a enclaustrarnos en nuestras guaridas con terraza y en los centros comerciales que ese día se logaron cerrar. Cuánto nos cuestionamos lo que viene pasando a nuestro alrededor y más allá, de nuestra casa. Cuánto hemos protestado por el materialismo y el individualismo que nos ha hecho mas daño en la conciencia que 17 mil despidos porque nos ha llevado al aislamiento interior, al vacío de principios, a la falta de convicciones, al desierto de relaciones de bien, al egoísmo rampante de estos tiempos. A tener unos esquemas de vida donde lo que cuenta es “lo mío” por encima de los demás. Mi trabajo, mi casa, mi cuenta de banco, mi manera de hacer las cosas, mi imagen, mis ideas, mi protagonismo.

Me preguntaba cuántos de los que estábamos allí, sabíamos que hay presos políticos en las cárceles de E.U. Cuántos sabíamos que hay más puertorriqueños en E.U. que en Puerto Rico precisamente ante la falta de oportunidades que a lo largo de la historia se han ido cerrando. Cuantos sabían que la deserción escolar en P.R. ronda el 52% de los que empieza. Cuantos sabíamos que en Haití comen galletas de lodo ante la falta de alimentos. Cuantos sabían tantas cosas que nos vienen aconteciendo pero como no habían tocado lo mío…

Quizás este sea el nacimiento de una nueva consciencia desde esa comunión donde las relaciones con otros, la común unidad sea lo que nos guíe. Donde como nos pedía el Papa Juan Pablo II la solidaridad sea la nueva forma del amor. Quizás ahora toque aprender del pobre como se comparte desde el corazón y se siembra desde ese esfuerzo con el otro que crea mayor sinergia que cuando se vive desde el yo.

Puerto Rico tiene que encontrar su camino más allá de gobiernos. Puerto Rico tiene que descubrir que aspira como pueblo, que modelo de sociedad desea tener. Eso se lo tiene que plantear cada puertorriqueño junto con la pregunta existencial de para que existo como persona? Sí, hay que defender los trabajos, la educación, la salud, la paz pero para qué? Para seguir engordando el becerro del confort. Para seguir consumiendo todo lo que encontremos mientras muchos otros a cada hora se mueren de hambre sin que nadie marche por ellos. Para seguir teniendo de las mas altas tazas de enfermedades de salud mental en el llamado país más feliz del mundo. Para seguir viviendo entre contradicciones políticas, morales y emocionales donde se pierden las convicciones.

Sé que estamos en un cambio épocal, así que la ola de crisis no va a parar. No va a parar, olvidémonos de soñar con que mañana amaneceremos con el ayer. Cambiemos ahora mismo de gobierno y no va a parar. Toca mirar la historia, analizar el hoy, cuestionarse la vida, la propia y cada cosa que va aconteciendo. Cuestionarse los sistemas de injusticia que hemos creado y perpetuado y que ahora se vuelven contra nosotros.

Todavía me sorprende como fui a parar a California a estudiar teología y en medio de la meca hollowodense se me golpeo en el pecho una vez más con esa realidad profética que a lo largo de la historia de la humanidad se ha proclamado; la justicia. Esa que busca que TODOS los seres humanos alcancen un desarrollo digno. Esa que representa un reordenamiento no sólo económico sino de principios, de convicciones, de cosmovisiones, pues no es sólo a nivel económico se está atentando contra el desarrollo pleno del ser humano. La justicia que busca un nuevos espacios donde haya cabida y verdadera plenitud para todos; (as) ricos, pobres, para todas las razas, religiones, culturas, y diversidades existentes en nuestro mundo.

Estoy convencida que esa nueva revolución llegará, y saldrá de los que tengan corazón de niño, de los inocentes, desde los puros de espíritu, desde aquellos que luchen y VIVAN la paz y el amor como única respuesta. Pues ellos verán….

Lourdes Ortiz
16 de octubre 2009

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Bienvenido (a) este espacio de compartir aquello que me dice el amor luego de veinte años de convivir con el dolor y las luchas de mujeres y hombres en Puerto Rico y más allá de nuestras fronteras. Quienes con sus vidas me han ofrecido profundas lecciones sobre lo que es la vida y las razones para seguir apostando al amor como única respuesta...