domingo, 19 de mayo de 2013

Las redes sociales; nuevos espacios para la esperanza


 
Tengo personas de diversos sectores en mis redes sociales. Participantes de nuestros servicios,  amigos, desconocidos, familiares, personas de otros países, gente del campo y la cuidad. Personas con diversidad de estilos de vida, profesiones, gustos, intereses, religiones. Una muestra que me atrevo a considerar un tanto representativa de nuestra sociedad borinqueña y un poco más allá.

He leído sobre todas las locuras que se van dando en el "Facebook": secuestros, acoso, y secuelas de muerte. La famosa invasión a la privacidad, en una era donde casi todo es público y en las redes nos construímos nuestra propia fama.

Sin embargo, he estado reflexionando en la cadena de mensajes positivos que a diario leo en mis redes. Personas que han descubierto un espacio de expresión dónde compartir la esperanza y lo positivo de la vida. Pensamientos, fotos, notas de todas clases que sirven para inspirar al más decaído.

Veo cómo ha ido surgiendo una nueva expresión pública, un despertar de sueños, poesía, alegría, que no se suele sentir en los medios de comunicación, donde con frecuencia se refleja un cierto pesimismo y miedo ante las situaciones que aquejan a nuestro mundo. ¿No será que la población se está cansando de llenarse de negativismo y andan buscando espacios dónde demostrar la riqueza y la bondad del ser humano?

Un reconocido siquiatra de San Juan, me enseñó hace un tiempo a tener cuidado con las horas y tiempo que le dedicaba a mantenerme informada del acontecer diario en el país. Me recomendaba que no era conveniente ver noticias antes de dormir, y que se debía ser selectivo en lo que se leía o se veía. Esto para cuidar la salud mental. Tengo especial admiración por leer los mensajes que comparte la población joven del país, esos que son tan criticados por la sociedad por sus conductas, que en ocasiones atentan contra el llamado orden social. Creo que las redes les dan un espacio para ser creativos y dejar salir el espíritu genuino de la adolescencia, con todo lo que eso conlleva. Algunas noches, antes de dormir, suelo pasear por sus perfiles y leer cosas curiosas, alegres, algunas verdades que a los adultos no nos gusta escuchar,  pero sobre todo llenarme del amor y optimismo juvenil.

Me parece que se ha declarado un nuevo tiempo en las redes entre muchos que, ya cansados de la muerte y la violencia, han decidido apostar por la vida y el amor. Felicito a todos aquellos que se lanzan a la aventura. Un amigo sacerdote argentino que diariamente comparte cosas inspiradoras,  me decía hace un tiempo: Ché, con el facebook he descubierto que soy poeta”, y me invitaba a seguir compartiendo lo suyo, lo mío y lo de otros para llegar a más personas. 

Cada día son más los que se suman a esta nueva comunidad tecnológica y superan las barreras de las distancias para encontrarse, más los que se descubren poetas, escritores. Los que crean cadenas para resaltar cosas positivas a favor del medio ambiente, de los derechos humanos, la salud, la espiritualidad, de las enfermedades como el cáncer, etc.  Los que se renuevan cada día al dar y recibir mensajes dirigidos a resaltar el caudal de potencialidades que hay en el ser humano.

Quizás sería bueno seguir invadiendo estos y otros espacios, abriendo otros caminos dónde se pueda seguir comunicando, animando, amando, construyendo puentes, y quien sabe si el día menos pensando lo verdadero de nuestra humanidad puebla la faz de  la tierra.

 

lunes, 6 de mayo de 2013


Acompañando el dolor

 
En estos días me ha tocado acompañar heridas  relacionadas a la falta de amor en el establecimiento del vínculo primordial. Ese que nos hace sentir desde antes de nacer que somos deseados, que somos esperados y que al llegar seremos recibidos con total incondicionalidad.

 
Me ha tocado acompañar  y escuchar  historias que desde antes de ser narradas ya sabía que estaban allí, detrás de la coraza. Una persona me narraba como sufrió toda clase de maltratos físicos desde su temprana infancia hasta la adultez cuando pudo abandonar a su agresora. Otra que  llegaba  llorando al no poder aguantar el impulso y acostarse con alguien de quien sabe no puede esperar nada. Otra que no logra manejar el rechazo, que se victimiza ante cualquier circunstancia y se aleja de las relaciones. Alguien que  me compartía como su madre la golpeaba cuando no lograba entender las asignaciones o sacaba malas notas. Alguien que me compartía que de niño  anduvo de hogar en hogar,  hasta que fue adoptado por el “diablo” y hoy día no logra controlar muchos de sus impulsos. 

 
Rechazo, rechazo, rechazo y sus consecuencias. Demasiado rechazo, desde la indiferencia sutil que hace parecer que todo estuvo bien y uno es el quien está mal. La ausencia de las figuras paternales  que forman las primeras ideas sobre ser persona. Relaciones superficiales, muestras de afectos vacías. Exceso de posesiones materiales versus ausencia de relación. Dobles mensajes entre los padres que hacen sentir al hijo responsable de los desastres de la familia. Alcoholismo sublimado en participación en iglesias y obras de caridad.

 
Desde lo sutil  hasta abusos más insospechados como dejar sin comer varios días a menores de edad, castigarlos con las manos o con objetos, insultos, hasta abuso sexual. No hay día en que no roce de alguna forma el dolor de mi pueblo y no hay día en que no se me ofrezca razones para entender porque el amor anda en peligro de extinción. Pues la cadena va de generación en generación.

 
Producto de las heridas, cuando la persona se mira así misma ve algo que no es lo que en realidad es, lo que ve no le gusta  y se aleja del yo verdadero.  Así empieza a actuar de otras formas alejadas de su esencia. Se crean personajes, máscaras y la persona se desasocia de sus verdaderas emociones. Terminando en muchas ocasiones llenos desconfianza e inseguridad,  de  ansiedad,  miedo o coraje. Buscando afuera lo que no logra encontrar adentro y  apegándose a aquello que le dé seguridad y placer.  Adictos a toda clase de conductas y cosas, personas, comida, bebida, conocimiento, espiritualizaciones, compras, sexo, reconocimiento etc.

 
Desde el Instituto caminamos convencidos de  la gran bondad que hay en el interior de cada ser humano. Reconocemos esa dignidad que todos poseemos, creyendo en el caudal de dones que Dios ha puesto en cada persona y que un autoconcepto deforme nos ha ocultado.

 
Hemos podido presenciar los milagros de la transformación cuando la persona descubre su verdad y reescribe su historia.  Cuando se permite reconstruir lo vulnerado de su vida. Hemos visto tanta liberación,  que estoy convencida que toca seguir escuchando, acompañando, facilitando esos viajes de regreso al hogar interior donde habita la herida pero también el manantial de la persona.

 
Definitivamente este camino me regala cada día  un reencontrarme con la plenitud del ser humano. Un regocijarme desde la riqueza del manantial que habita en la persona y que brota a caudales cuando la persona sana.  Poder celebrar la vida,  la verdadera esencia,  la identidad de la persona que es bondad. Esa dignidad que Sister Isolina reconoció en cada ser y por la cual nos toca seguir abriendo espacios de liberación. 

PARA CONVENCERME

 


Para convencerme
necesito repetirlo,
escucharlo en un grito desesperado,
encontrarlo en el silencio absoluto,
cantarlo hasta aprenderlo,
tocarlo hasta sentirlo,
creerlo aún sin verlo
intentando reconocerlo.
 
Para convencerme
necesito experimentarlo,
viajar horas, esperar semanas,
topármelo dentro y fuera
de mi propia casa,
vivirlo en vida ajena,
vivirlo por propia voluntad,
seguir las huellas,
cambiar el rumbo,
ir acompañada,
caminar sola.
 
Para convencerme
necesito me recuerdes,
de una y mil maneras,
que vale más ser que hacer,
que la felicidad, es hoy y ahora,
es simple y eterna,
pero que también es olvidada,
poco difundida y mal gastada.
 
Para convencerme
necesito me enseñes,
a mirar profundamente,
a callar seguido y totalmente,
a amar mucho, sin miedo,
amar contigo, amar sin peros,
convencerme, de que soy yo
en Dios, y para los demás.
María G. Gómez

Datos personales

Mi foto
Puerto Rico
Bienvenido (a) este espacio de compartir aquello que me dice el amor luego de veinte años de convivir con el dolor y las luchas de mujeres y hombres en Puerto Rico y más allá de nuestras fronteras. Quienes con sus vidas me han ofrecido profundas lecciones sobre lo que es la vida y las razones para seguir apostando al amor como única respuesta...