sábado, 29 de octubre de 2011

El grito de Montesinos: ayer y hoy

Víctor Codina, S.J.
Actualidad del sermón de Montesinos

Han pasado 500 años: el contexto histórico, cultural, económico y político de América Latina ha cambiado desde el grito de Montesinos. Pero desde América Latina sigue llegando al cielo el clamor de los indígenas y afroamericanos, de los campesinos, de las mujeres, de los mineros, de los niños, de los ancianos que piden justicia, dignidad, salud, trabajo, educación, libertad, respeto a sus culturas, el derecho a la tierra y al territorio, el poder “vivir bien”, una vida digna de seres humanos.

Ya no es el imperio hispano-luso, son las multinacionales, las estructuras económicas neoliberales, los intereses del mercado y los nuevos poderes mundiales, los que crean diferencias abismales entre los ricos cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres, que ahora son masas desechables, insignificantes, despreciables, efectos colaterales de una economía tremendamente injusta, pero que se considera políticamente correcta[1]. A los nuevos conquistadores no les mueve el sufrimiento del pueblo, ni el destrozo de la ecología, ni el avasallamiento de las culturas. Siguen dormidos en un sueño letárgico profundo.


También han surgido en estos últimos años voces proféticas, verdaderos defensores de los indios, Santos Padres de América Latina, como Proaño, Méndez Arceo, Laguna, Samuel Ruiz, Helder Cámara, Lorscheider, Pironio, Silva Henríquez, Romero, Angelelli… los documentos de Medellín y Puebla, la teología de la liberación, las comunidades de base, la vida religiosa inserta entre los pobres auspiciada por la CLAR… También ha habido reacciones del imperio de turno, ha habido mártires en todos los sectores de la Iglesia, desde obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas a campesinos, catequistas, indígenas, mujeres y niños, gente del pueblo pueblo. Los sucesores de Fernando el Católico, el “sistema” no admite críticas ni cuestionamientos, nunca perdona ni olvida. La pasión de Jesús sigue presente y actual en el pueblo sufriente, en “los crucificados de la historia”.

Pero lo más doloroso ha sido que también desde las instancias eclesiales ha habido incomprensiones, críticas, condenaciones y descalificaciones, a obispos, teólogos, comunidades de base, vida religiosa inserta, la CLAR; se han frenado los ministerios de los diáconos indígenas… Son los herederos de Alonso de Loaysa que mientras condenaban estas voces proféticas, tildándolas de materialistas y comunistas, de subversivas, de poco cristianas y de poco eclesiales, de querer hacer una Iglesia popular y paralela del pueblo, enfrentada a la Iglesia jerárquica… no veían inconveniente en que comulgasen dictadores, aumentasen movimientos espiritualistas, prosperasen teologías neoconservadoras como la de Michael Novak que compara al capitalismo con el Siervo de Yahvé al que todos desprecian pero que es el único que salva y libera (Is 53). Mientras un nuncio italiano jugaba elegantemente a tenis los fines de semana con el dictador argentino, miles de ciudadanos eran torturados y desaparecían en Buenos Aires…

El sermón de Montesinos sigue siendo actual para la sociedad y la Iglesia de hoy.

Una reciente película española, También la lluvia de la directora Iciar Bollaín lo quiere representar. En el guión se escenifica la conquista de América y la opresión de los indígenas con la presencia de Colón y también de la voz de protesta de Montesinos: “¿estos no son hombres?” Pero el rodaje de esta película figura que se realiza en escenarios de Cochabamba (Bolivia) y se hace coincidir con la guerra del agua del año 2005, en la que los cochabambinos se sublevaron contra la multinacional propietaria del agua que quería elevar su precio. La policía al servicio de la multinacional reprime a los manifestantes, de modo que se reproduce la opresión de los conquistadores a los indígenas. La filmación se tiene que interrumpir, los actores defraudados regresan a España sin poder acabar su trabajo. Pero lo que queda patente es la cruda realidad del pueblo que sigue hoy sufriendo opresión. Naturalmente esta película, en muchos aspectos excelente, no fue seleccionada para los premios Óscar… No es políticamente correcto recordar que la opresión sigue hoy. Es preferible permanecer dormidos en un sueño letárgico…

Algo nuevo está naciendo

La historia nunca se repite, el contexto político, social y eclesial ha cambiado profundamente, no sólo desde tiempos de Montesinos sino también desde el final del siglo XX. Bastan algunas pinceladas impresionistas.

Vivimos en un mundo post-marxista y post-moderno. En América Latina ya no estamos en los años 80, las dictaduras han dado paso a democracias, surgen algunos gobiernos de corte popular, que en medio de mil contradicciones y ambigüedades buscan revertir la situación de pobreza y discriminación del pueblo. El continente olvidado ahora es África que también comienza despertar.

Emerge en el mundo globalizado de hoy una gran crisis económica, energética, ecológica y civilizatoria. Ha caído el muro de Berlín, pero también han caído las torres gemelas de Nueva York. El modelo económico actual naufraga, a pesar de sus continuas reflotaciones. Los desastres ecológicos son señales de alerta roja. Chernobyl y Fukushima simbolizan la crisis energética y los peligros de querer ser aprendices de brujo. Estamos ante un cambio de época, de paradigma. Los terremotos y tsunamis no son sólo desastres telúricos, sino que simbolizan la crisis de toda una civilización moderna y técnica, orgullosa de su progreso.

A nivel eclesial también hay terremotos y tsunamis. Después del carácter claramente restauracionista de los últimos pontificados –y a pesar de grandes concentraciones masivas religiosas y de los show mediáticos que parecen insinuar que nada pasa–, la barca de Pedro se zarandea en una crisis que desde el tiempo de la Reforma no se había visto. Los escándalos sexuales son sólo la punta del iceberg de una profunda crisis, algo huele a podrido… La cristiandad ha explotado aunque su agonía sea lenta. Jóvenes y mujeres abandonan silenciosamente la Iglesia. En América Latina los representantes oficiales de la Iglesia ya no son, como en tiempo de Montesinos, la voz de los sin voz, pues los pobres y los indígenas ya tienen voz propia. Muchos piensan que la teología de la liberación ya ha muerto. A Roma ahora le preocupa sobre todo la teología asiática del diálogo inter-religioso.

En medio de esta caótica situación mundial y eclesial, en medio de esta crisis, en esta noche oscura, hay signos apocalípticos de que algo nuevo está naciendo. Hay nuevos sujetos emergentes en la sociedad y en la Iglesia: jóvenes, pobres, indígenas y afros, mujeres. Se escucha el grito de que “otro mundo es posible”, también de que “otra Iglesia es posible”.

Como en los orígenes de la creación, en medio de la noche y del caos reinante, el Espíritu genera vida (Gn 1, 2) y hace nacer un mundo nuevo, diferente. Este caos anuncia dolores de parto de la creación (Rm 8, 20), los centinelas divisan que los almendros comienzan a florecer en medio del invierno mundial y eclesial. El Espíritu del Señor está activo, estos signos de muerte son preludio de resurrección, la piedra del sepulcro comienza a removerse, las mujeres son las primeras en darse cuenta y en creer en la resurrección[2].

En este nuevo contexto el grito de Montesinos también vuelve a resonar de nuevo: “¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño letárgico dormidos? Tened por cierto que en el estado que estáis no os podéis salvar”. Es necesario cambiar de rumbo, despertarnos, tomar conciencia de que algo nuevo está naciendo (Is 43, 19), porque, hoy como ayer, el Señor quiere hacer todas las cosas nuevas (Apoc 21, 5). En América Latina todavía estamos en tiempo de Adviento…



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[1] Aparecida, 65.
[2] J. Moingt Les femmes et l´avenir de l´Eglise, Etudes (Paris), janvier 2011, 67- 76, que concluye con esta predicción profética: “La mujer es y será el futuro de la Iglesia”.
* Éste artículo fue publicado en la Revista Christus de México.

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Bienvenido (a) este espacio de compartir aquello que me dice el amor luego de veinte años de convivir con el dolor y las luchas de mujeres y hombres en Puerto Rico y más allá de nuestras fronteras. Quienes con sus vidas me han ofrecido profundas lecciones sobre lo que es la vida y las razones para seguir apostando al amor como única respuesta...