sábado, 21 de mayo de 2011

Lo sencillo que se sigue revelando en una gota de lluvia

Pareciese que por más que se revela ate mí un cielo cargado de nubes oscuras prestas a mojarme, yo me empeño en buscar rabos de nubes blancas que me brinden la seguridad de que el sol me seguirá alumbrando. Y corro el peligro de perderme lo que la lluvia insistente de estos días me revela.

Todo es lluvia, lluvia que anuncia más lluvia. Pocos salen a mojarse con las lluvias. Pocos nos atrevemos a abrir las ventanas y las puertas cuando el cielo se oscurece y deja caer esas gotas a las que tanto tenemos. De las que nos escondemos. Ante las que nos privamos de encuentros y paseos.

Se desbordan ríos, se congestionan las vías, y a la vez se va congestionando el alma de los que me rodean. Recordaba mi niñez, aquellos días como estos llenos de lluvia. Cuanto sonreíamos y disfrutábamos, la lluvia no nos impedía seguir cantando, compartiendo alegrías y tristezas. Esperábamos en la puerta a que alguno se descuidara para salir corriendo a la cuneta a mojarnos, a echarnos agua unos a otros. Recuerdo como nos tomábamos de las manos para caminar por las corrientes. Nos entristecíamos cuando el otro se accidentaba al resbalar, pero entre todos lo ayudábamos a levantar y seguíamos. Recuerdo como la lluvia en vez de ser un impedimento, un motivo para entristecerse se convertía en júbilo, en juego, en gozo.

Ayer caminaba con mi compadre por el Centro. Le mostraba el nuevo edificio y lo que vamos logrando. Yo con mi sobrilla y él bajo la lluvia. Se admiraba de los frutos, me reconocía por lo que él cree que yo he hecho (ambos sabemos bien de quien es la obra), me compartía entre gota y gota su caminar, lo bueno y lo malo sin poner mayor peso en lo uno y lo otro. Sólo abrir el corazón antes de salir nuevamente a las tierras fuera de la isla que le han dado albergue. Un encuentro simple bajo la lluvia, pero lleno de lo extraordinario que se encuentra en la apertura, en el compartir la vida, que me renovó las ganas de seguir la siembra.

Y la revelación se pone ante mí de nuevo. Qué voy a hacer, salir a mojarme o quedarme escondida tras las cortinas esperando que no haya ni mucha lluvia, ni mucho sol, ni mucho frío, ni mucho calor. Cómo quiero vivir, resguardando mis verdades ya sean mis cualidades o mis sombras o voy a salir a mojarme con todo lo que soy junto a los otros que me siguen esperando. Seguiré lamentándome por los días de lluvia y tropiezos. Seguiré buscando razones para resaltar lo negativo que se crece entre lo positivo de cada día.

No deja de llover, parece que no va a dejar de llover. Que los aguaceros de la vida van a continuar. Frente a una cuneta llena de agua reafirmo que deseo mojarme bajo la lluvia y en medio de ella descubrir la novedad de la alegría, del encuentro, de la presencia del que camina a mi lado, del gozo por la vida. De lo sencillo que se sigue revelando en una gota de lluvia.

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Bienvenido (a) este espacio de compartir aquello que me dice el amor luego de veinte años de convivir con el dolor y las luchas de mujeres y hombres en Puerto Rico y más allá de nuestras fronteras. Quienes con sus vidas me han ofrecido profundas lecciones sobre lo que es la vida y las razones para seguir apostando al amor como única respuesta...