viernes, 29 de abril de 2011

Lo afectivo una vía hacia lo comunitario

Para los que no se acuerden estamos en Pascua.

Significa resurrección, significa vencer los signos de muerte y oscuridad, las sombras que nos detienen de los cambios que decimos querer. Significa VIDA. Cada día hay que morir para vivir, hay que querer enterrar los esquemas, los silencios, la pasividad, la comodidad, la conformidad, el individualismo que nos sigue jalando a preferir lo de uno por encima de lo nuestro aunque sea
imperfecto.

En Pascua nos recordamos que la vida y el amor han vencido. La resurrección que por cierto no es sólo un hecho de fe sino de ciencia ha significado una revolución para demostrar que es posible otra manera de vivir más allá de las mentiras del mundo a las que rendimos culto cada día. En la resurrección hay una propuesta, hay los frutos de un amor de extremo asumido por Jesús y que ha sido a su vez asumido por otros que se han atrevido a lo radical, a lo contracorriente. Quienes han provocado transformaciones, pero con el costo de la cruz.

El bien y el mal coexisten en nosotros cada día, hay que decidicir cual vamos a alimentar y como lo vamos a alimentar. Hay que tomar acciones, y sobre todo en el caso de los que quieren vivir lo fraternal, lo comunitario toca que desear por encima de todo la relación, el encuentro con el otro, el romper con lo que me ata, me distancia, me aísla en ser uno con el otro. Aunque ese otro no sea como yo quisiera, aunque no piense como yo, aunque este herido, aunque se equivoque.

Para crecer en la experiencia de comunidad es necesario trabajar lo afectivo. Lo afectivo es ese mundo emocional que se ha conectado desde nuestros dolores y bondades, donde brota el
manantial y las sombras. Lo afectivo es lo que por momentos nos lleva a dejar que sean los niños heridos los que se queden con nuestro mundo:“quiero que se haga de esta forma” “yo tengo la razón” “quiero que me atiendan” quiero, quiero, quiero.

Lo afectivo es donde se crece la voluntad, el carácter para elegir el bien en el que creemos. Donde se juegan las elecciones que nos llevan a dejarnos guiar por las propuestas de egoísmo,
comodidad y lucro del mundo. Donde se cocinan las inmadureces, los corajes, las pataletas, los egoísmos, los yo, que atentan contra el amor. Lo afectivo es donde se van dando los pasos a un
camino de espiritualidad elegida y construida, no una espiritualidad que dependa de los sentimientos, o los astros, o los sólo los buenos tiempos.

Una espiritualidad encarnada en el trabajo por los pobres, por la justicia donde más claramente se podrá encontrar a Dios en el rostro del hombre-mujer que sufre.

Lo afectivo es el lugar donde uno se sienta a esperar que lo carguen y le carguen la cruz o decide tomar la propia cruz y la de los demás y adelantar a la resurrección, transformación, revolución para ver si nos seguimos acercando a ese nueva civilización que soñamos, digo la soñamos verdad?

Entonces asumamos lo afectivo en pos de lo comunitario. Ese mundo afectivo que nos revela como nos vamos manejando frente al proyecto de vida que se va eligiendo (el personal y el comunitario). Revisemos como va nuestra voluntad de escoger el bien mayor, de no juzgar, de vivir con coherencia entre lo que creemos y lo que hacemos. Como vamos en la toma de decisiones y el ser consecuente con las convicciones que nos guían.

Toca el tiempo del las determinaciones de amor extremo. Lo radical, lo contracorriente es lo que trae la resurrección…

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Puerto Rico
Bienvenido (a) este espacio de compartir aquello que me dice el amor luego de veinte años de convivir con el dolor y las luchas de mujeres y hombres en Puerto Rico y más allá de nuestras fronteras. Quienes con sus vidas me han ofrecido profundas lecciones sobre lo que es la vida y las razones para seguir apostando al amor como única respuesta...