martes, 11 de noviembre de 2008

El Vaticano y el Ponchador

Les comparto este titular, pues creo que nos plantea una reflexión. La acción del Vaticano de empezar un plan para rescatar la política de méritos, yo diría de ética en el trabajo. “El Vaticano le establece tarjeta de ponchar a su personal” lee la noticia. Esto ante los retrasos o tradanzas del personal a sus funciones. No me sorprende, pero no dejo de cuestionarme cómo vemos a todos los niveles el derrumbe de los valores relacionados con la honestidad y moral.

Acá en Puerto Rico, le llamamos “hora puertorriqueña” a aquella que hemos establecido para llegar tarde o empezar los eventos fuera de la hora planificada. Alrededor de eso toda una cultura de la tardanza y justificaciones reactivas que van desde los tapones hasta el “pamper” del bebé. La cosa es que pareciese que tenemos un reloj biológico, que nos lleva a la impuntualidad como norma de operación en los trabajos y en la vida.

En la Comunidad de Aprendizaje del Centro, hemos confrontado en infinidad de ocasiones este esquema de mediocridad que ni siquiera toma en cuenta a los que sí cumplen. En ese confrontar, hemos visto cambios sin necesidad de ponchador, aunque a veces hay quien en la desesperación propone que hay que poner un ponchador para que la gente cumpla... A lo cual yo me he negado y me negaré. En principio, pues creo que cada persona fue dotada con la posibilidad de guiar su vida y su destino. De decidir cómo manejar cada aspecto de su vida, incluyendo el tiempo. También creo que en los centros universitarios se debe formar a la persona para asumir su destino y ser agente de cambio en la sociedad. Por lo tanto, una cosa tan básica como seguir un horario, “debería” ser parte de lo adquirido en esta formación. Pero bueno, cuantos cuentos escucho de profes que llegan tarde, o no llegan y ni siquiera se excusan.

Lo curioso es que en el Centro hemos descubierto que la confrontación se convierte en una especie de ponchador, pues si no se usa continuamente, las tardanzas se reanudan. Es como la mala “yerba”, que por más que tratamos, no la logramos erradicar. Recuerdo que en una reunión, pasada la hora de comenzar y en medio de la confrontación, me cuentan que entró una persona de la comunidad paseándose por el salón de reuniones de lo más feliz. No me sorprendió cuando lo supe, pues así mismo los legisladores llegan tarde al capitolio cuando ya todo ha empezado, se pasean y se saludan como si no estuviese ocurriendo nada. Así mismo, llegamos tarde los feligreses a la misa, los médicos a ver sus pacientes que llevan horas esperándolos, y ya ven, hasta los que trabajan con del Papa llegan tarde y hay que ponerles ponchador para rescatar ese mérito…

Les cuento, que también he pensado en los mensajes hermosos que recibo, donde se nos invita a no dejar para mañana el expresar el amor a la gente que decimos valorar. Hasta para eso vivimos a destiempo. Hasta eso nos lo tienen que recordar de mil formas, pues si no, se nos olvida o lo decimos cuando ya la persona no está, o simplemente ni aún después de muerto se lo decimos. ¿Que problema con los tiempos y destiempos, no? Lo peor es que esto se trasfiere a las responsabilidades del trabajo, la familia y la vida. Pagamos las cuentas tarde, olvidamos los compromisos del trabajo, dejamos para después el juego con nuestros hijos (as), andamos tarde con los estudios, asuntos de salud, etc.

Nada, que sólo lo comparto para aquellos que no nos conformamos con esos paradigmas que nos rondan y a veces se nos instalan. Aquellos que velamos nuestra conciencia de esos virus que se han infiltrado en nuestra sociedad. Yo ya no los quiero cerca de mí, pues me han robado mucho espacio de cultivar lo bueno, bello y verdadero. Les invito y me invito, mirar lo pequeño que encierra lo grande, como el valor de las personas a nuestro alrededor que se esfuerzan por vivir una vida de principios. Celebremos junto a aquellos que se han cansado de la tibieza y la mentira de la deshonestidad y emprenden con sus acciones actos valerosos en lo cotidiano de sus acciones. Como por ejemplo Margarita, la microempresaria de la cafetería del Centro, quien llueve truene o ventee, llega tempranito para que todos tengan su cafecito esperándolos. Mucha gente como los porteadores públicos, el policía que dirige el tránsito en la luz de mi barrio (y lo hace bien mientras canta y baila) quien siempre está allí a la hora pico y me dice adiós con una gran sonrisa. A todos los que madrugan diariamente y cumplen con felicidad su jornada de trabajo, sin andar buscando escaparse más temprano o salir volando a la hora de salida, como si alguien los persiguiera. Creo que es la única hora del día donde muchos somos súper puntuales. A Aquellos que ponen el corazón en lo que hacen y se gozan el trabajo duro esperando por recompensa el ver a otros alcanzando sus sueños.

Gente de principios que para mí son la esperanza y a la larga creo que son los que se necesitan para la siembra, pues sin ellos (ellas), los nuevos héroes de la llanura, ni Obama por allá o Fortuño por acá…, podrán sacar del pantano del deterioro social a nuestro querido terruño.

Hoy, el Vaticano nos alerta de que si no andamos en conciencia constante con cada acto de nuestras vidas…, no habrá ni iglesias ni ponchadores que nos devuelva a la ruta de los valores y principios.

No hay comentarios:

Datos personales

Mi foto
Puerto Rico
Bienvenido (a) este espacio de compartir aquello que me dice el amor luego de veinte años de convivir con el dolor y las luchas de mujeres y hombres en Puerto Rico y más allá de nuestras fronteras. Quienes con sus vidas me han ofrecido profundas lecciones sobre lo que es la vida y las razones para seguir apostando al amor como única respuesta...