domingo, 18 de abril de 2010

Reafirmacciones en la madrugada

Me parece que ya no hay otra, o el amor o la nada…

Todavía no me es posible aceptar que existan padres, tíos, abuelos hayan abusado o estén abusando de niños (as) menores de edad. Al igual que no puedo aceptar que la iglesia este cuidando su imagen amparándose en los muchos abusadores sexuales que no se “tocan” mientras que a ellos los atacan. No logro comprender esa postura que no sé si podría ser mas dañina para las víctimas que el mismo abuso. Hay tantas cosas que no logro entender y que hacen que mis esquemas se estrellen ante lo que el amor me enseña y que aun no logro encarnar. Pero en esta noche si sigo escribiendo sobre estas carencias de nuestra historia o las mías, terminaría gastando la batería de mi lap top una vez más rindiendo atención las sombras, cuando estamos en tiempo de luz.

No puedo ir al descanso sin hacer mi declaración de principios ante lo que estoy convencida es el antídoto que nos urge tomar, que me urge tomar para manejar mi vida lacerada e irradiar esperanzas entre quienes me rodean. Leyendo la palabra volví a encontrarme con Jesús y su vida en comunidad, que me parece era una de sus actividades preferidas. Sí tenía ratos de oración, sí se reunía con sus discípulos (en comunidad) pero ciertamente sus acciones se distinguían por ese “ser” en medio de sus hermanos y compartir con ellos el pan. Hoy me muestra una vez más su manera de acoger a sus discípulos faltos de fe como yo y con firmeza dirigirlos hacia atender las necesidades de la comunidad. Y así alimentaron a los cinco o cinco mil o 5 millones, da igual. Lo importante es que los alimentó y sobró. Esta experiencia me pone de nuevo frente al proyecto de vida donde esa opción por el amor es una radical opción por la comunidad, la fraternidad, el encuentro con el otro.

Hoy me acuesto soñando con esa gran comunidad planetaria, donde va a existir espacio para los abusadores, criminales, adictos, pedófilos y para mí.

No veo otra, no veo otra… No veo que los sistemas económicos puedan organizarse si no miran el todo y a todos. Si no toman en cuenta las favelas, las barriadas, los caseríos a los pobres. Pero tampoco veo que puedan lograrlo desde un socialismo igualmente individualista que ya ha fracasado. No veo que las iglesias puedan responder al ansia humana desde las jerarquías y diezmos. Desde esas Elites a las cuales también pertenezco y donde a veces creemos “saber". Si no acabamos de entender la esencia del ser humano y desde ahí proponer la nueva civilización.

Entonces creo que el amor o nada. Ese amor que nace despacito entre aquellos que se ofrecen una nueva mirada y descubren que son lo mismo. Que descubren que son parte de un todo que los entrelaza. Que descubren las fuerzas que se cobran desde el encuentro con el otro y más si ese encuentro se da desde la desnudez del corazón.

Y me gozo saber que mis compadres se reúnen con frecuencia con sus vecinos en un barrio a conversar o compartir algunos entremeses. Celebro los matrimonios que como el nuestro van construyendo la comunión como puente de la vocación. Y veo gran esperanza en las comunidades religiosas que van descubriendo que ya toca celebrar el año de la comunión entre los religiosos y encaminan sus pasos a superar los encierros y máscaras en las que se vive. Y celebro a todos aquellos que van descubriendo que sólo desde el otro se realiza lo propio, aunque cueste morir a lo que se ha creído que se es. Celebro aquellos que han descubierto que el verdadero placer e intimidad, más que el sexual, se da cuando juntos descubrimos que nuestras vidas rotas y cocidas por el amor de Dios son elevadas a un nuevo plano tanto o más placentero que un acto sexual.

Pero más que nada, en esta noche celebro la vivencia de los que se atreven a apostar al amor como proyecto de vida. Aquellos que han descubierto que es mejor vivir aspirando alcanzar aquello que nos realiza y en ello nos vamos realizando. Que morir disertando sobre el amor que necesariamente es relación, desde la cueva a donde nos ha encajonado el miedo terrible que nos hace creer que está mal ser lo que de verdad somos. Miedo que conozco bien y no deseo que me robe la oportunidad de ser libre que me brinda el maestro quien en esta pascua me ha demostrado que es posible una nueva vida. Ese miedo que nos lleva a conformarnos con vivir a medias y nos pone un velo que no nos deja ver los milagros que se dan al compartir con el otro el pan en el camino.

Y esta noche descanso y me reafirmo para ganar fuerzas para mañana…

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Bienvenido (a) este espacio de compartir aquello que me dice el amor luego de veinte años de convivir con el dolor y las luchas de mujeres y hombres en Puerto Rico y más allá de nuestras fronteras. Quienes con sus vidas me han ofrecido profundas lecciones sobre lo que es la vida y las razones para seguir apostando al amor como única respuesta...