domingo, 4 de abril de 2010

El Cielo y nuestros muertos

El otro día camino al Centro pude observar uno de esos cielos que me dejan fascinada y que me cuesta describir. Hubo algunos compañeros que lo pudieron ver y luego comentamos esa bendición para iniciar el día. Mientras observaba la forma de las nubes me percaté que había una escalera de nubes tan bien formada que invitaba a subir. De momento mi corazón se inquietó y sentí que el cielo me estaba preparando para alguna noticia de esas que me resisto a recibir.

Tan pronto llegué al Centro recibí la noticia; la noche anterior habían tiroteado a uno de los jóvenes del barrio de once tiros. Otra muerte producto de la calle y el trasiego de drogas en el barrio. Sólo pude pensar en la escalera de nubes y en mi concepto del Dios amoroso.

No lloré, no dije más, seguí trabajando sin dar paso… luego abracé profundamente a uno de los hermanos, a quien estamos tratando de retar a un cambio sabiendo que estamos a las menos cinco.

Hoy estuve en un taller sobre temas de salud donde muchos doctores y expertos nos hablaban de modelos que han funcionado en otros países para el problema de las drogas. Los de aquí nos compartían de las luchas que se siguen haciendo, pues ni una política pública salubristas existe. Nos hablaban de asociaciones y cosas que no me sonaban a nada concreto para poder llevar a mis muchachos que ya están usando las drogas y mucho menos para los que las trafican. De momento me sentí entre gentes (incluyéndome) con muchos doctorados y llenos de conocimientos con las manos atadas frente a un sistema que ha criminalizado la pobreza y la adición a drogas y no quiere moverse hacia la solución de la problemática. Lo peor es que existen toda clase de investigaciones y data que dice la dirección que debe seguirse para tratar al adicto, pero vamos a paso de tortuga mientras toda la muerte, violencia y destrucción alrededor de las drogas sigue arrasando en el país.

Mientras escuchaba a los conferenciantes, volvía mi mente al barrio, a ese chico por el que aún no he votado una lágrima, quizás se me pegó de él. Nunca participó formalmente del Centro pues se negaba a recibir nuestros servicios por más que tratamos…quien sabe si para no tener que hablar… Hace poco al salir de la cárcel por, pasó a saludarme y me hizo su declaración de cambios junto con la narración de los horrores vividos en el lugar donde rehabilitan a los delincuentes. Acordamos que podríamos apoyarle desde nuestras reglas, pero parece que ya era tarde…

Y con la mente un poco en blanco en esta tarde, hago mi declaración de seguir. Repaso la vida de aquellos que hemos perdido, pues nuestra misión educativa con jóvenes desertores escolares, es en realidad con muchos que han desertado de la vida y de todo sentido de esperanza de algo bueno para ellos. Todos los que hemos perdido en la calle tienen una historia, eso quizás sea lo peor para los que les hemos acompañado. Conocer estas historias y la impotencia, la rabia ante tanta injusticia y el no poder lograr que todos alcancen su plenitud. Porque estoy convencida que todos son buenos.

Y llegan a mi mente los que si lo van logrando. Los que han dejado el punto con historias y condiciones de vida iguales a las de este joven que hoy entregamos. Los que han salido adelante y demuestran que si se puede. Y reafirmo que debemos seguir la misión, es lo que Sister Isolina nos diría “hay que seguir hasta que nuestros pies no puedan más”

Quiero creer que todos los proyectos de ley que están en vía de aprobarse junto a los que se han de gestar en base a un enfoque integral del ser humano para atender la problemática de las drogas, serán aprobados por la legislatura. Quiero creer que los programas de metadona y otros con medicación serán reforzados para que los que participan no tengan que completar lo que no les dan allí con lo que les ofrece el punto. Quiero creer que se crearán más programas de detox y habrá camas suficientes para aquel que decida recibir ayuda. Que dejaremos de ver a los adictos como tecatos, que dejaremos de criminalizarlos y los veremos como enfermos.

Pero sobre todo quiero creer que todos los que estamos por vocación, profesión o religión atendiendo a estas poblaciones vamos a mantener la sensibilidad. Vamos a mantener la esperanza contra toda esperanza y vamos a estar allí para ellos una y otra vez y por amor vamos a seguir defendiendo sus oportunidades de tratamientos, estudio, trabajo y derecho a una vida digna.

Finalmente miro la escalera de nubes y veo al chico subir por ella con sus pantalones caídos, tenis de botas sin medias, sus tatuajes y su pelo rubio rizado tipo afro y por fin puedo llorarlo…

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Bienvenido (a) este espacio de compartir aquello que me dice el amor luego de veinte años de convivir con el dolor y las luchas de mujeres y hombres en Puerto Rico y más allá de nuestras fronteras. Quienes con sus vidas me han ofrecido profundas lecciones sobre lo que es la vida y las razones para seguir apostando al amor como única respuesta...